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martes, 30 de septiembre de 2014

El nombre de las cosas (y 3ª parte)

  marte, los planetas de gustav holst
 
 
Queda mucha carta pero poco que comentar. Cuando leo algún documento magisterial me gusta ver a quién va dirigido. En este caso no es uno de esos sino un pensamiento al aire. Se supone que va dirigido a la opinión pública. Lo que ocurre es que la mitad de la opinión pública más uno no usa ese lenguaje. ¿Qué lenguaje usa? Pues no sé. Parece que se reduce a "derecho a elegir" pareciendo que se confunde la promoción de la ley que regule el abortar con la promoción del hecho de abortar.
 
Después de las descripciones, ideas y argumentos, al final se dirige a los católicos españoles, no como voz oficial pero sí cualificada.
 
El lenguaje de las feministas y de quienes se unen a ellas me produce escalofríos y, a veces, hasta se me retuercen las entrañas. Por mucho que lo intento, no consigo entender tanta insensibilidad hacia el ser humano en gestación. Sí puedo entender el derecho a elegir en el sentido que toda decisión debe ser libre y no obligada ni coaccionada. Y la mujer gestante puede estar coaccionada por la actitud de su "inseminator", de su entorno y de sus circunstancias. Me cuesta creer que quien aborta lo hace total y objetivamente libre.
 
Así mismo, tampoco entiendo qué esperanzas abrigaba esta reforma. No iba a reducir per se el número de abortos, como tampoco aumentaron al aprobar la ley actual. En el fondo es una protesta a la supuesta ingeniería social de Zapatero (todo se lo cargaban al pobre) cuando se desea hacer una contra-ingeniería sin poder llevarla a cabo. Pero como no sé le leyes ni quiero... soy de un material legislatífugo.
 
 
Y sí es cierto por muchos motivos, a parte de los bioéticos y lo de moral sexual, la constitución de los partidos en estructuras de pecado. Como decía un tertuliano hoy, estamos ante una copuligarquía, donde la verdad poco importa y todo pasa a ser producto de consumo gestionado por un cártel de dos cúpulas encastadas. En ese nivel de consideración, se produce una competencia desleal. Donde la famosa "mano negra" sólo actúa mediante revoluciones. Así pues, no se entiende que un católico que se precie pueda estar en esas estructuras en vez de crear nuevas. Lo que han demostrado hasta ahora los católicos metidos a política es una falta de liderazgo y un actuar bajo manga como todos. El único motivo por el que diputados, senadores y ministros católicos no renuncien, entiendo que es la cobardía. El que se pueda dar una crisis institucional y de Gobierno es una sinrazón para quedare.
 
Hace bien el sr. Reig Pla en autocriticar a la Jerarquía. En pocas palabras, han estado apoyando al PP con la estúpida excusa de que "infiltrando" católicos se cambiará la estructura pepera de pecado desde dentro. En este tema, se hace eco de lo que venimos diciendo algunos desde hace años siendo considerados como perros verdes, cuando no como herejes. Pero me remito a lo que ya dije en el post anterior. Por mucho que diga este obispo estrella... la Iglesia seguirá en las mismas. La derecha alternativa sigue arrastrando grandes lastres y graves problemas. Y más llegando a esta época en que se empieza a tender a la superación del esquema mental izquierda-derecha, del juego PPSOE y a la regeneración del Estado o refundación del Estado desde la misma Jefatura.
 
En los dos últimos puntos, 7 y 8, se enardece los ánimos del laicado y se marcan unas directrices. Son discutibles pero es de esperar que vayan mejor las cosas. No son muy creativas pero tampoco es que sea muy necesario.
 

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