Cuando me hablan de algo que no conozco, al conocer ese algo siempre me resulta un tanto decepcionante si hablan bien, o muy bueno si me hablan mal. Nunca atino con las expectativas.
Por ejemplo, me hablaron de la grandeza de la plaza y Basílica de S. Pedro y cuando fui me resultaron pequeñas (y especialmente la Piedad de Miguel Ángel). También cuando me hablan de lo buena que es una película, siempre me decepciona en algo.
Y por el contrario, otro ejemplo, ayer leí un post donde el bloguero estaba poco entusiasmado con la "Nota de la CCXXXIII Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española" y hoy, al leerla, me ha parecido mucho mejor de lo que esperaba.
Quería destacar tres cosas: una muy buena, otra mejorada respecto a Reig Pla y Munilla, y otra silenciada. La primera es su hincapié en el "trabajo de campo", en la función misionera y apostólica de todo cristiano. Habla de "acompañar adecuadamente a las mujeres que se encuentran en situaciones muy duras". A las familias de esos jóvenes, unas les resultará duro la corta edad y la dificultad de las circunstancias a todos los niveles, otras les será más duro (todavía en nuestros días) eso de la honra y la honorabilidad. Habla de mucha gente que "se encuentran en las periferias sociales y existenciales" acompañando "sin descanso a las madres embarazadas".
Los cristianos acatamos la ley y, a la vez, estamos "por encima" (valga la expresión) de ella. Parecemos que queremos hacer lobby como las feministas y el colectivo LGGBTTTIQH (comunidad lésbico, gay, g0y, bisexual, transexual, transgénero, travesti, intersexual, queer y heterosexual). Las feministas, con parte de razón y con parte sin ella, son necesarias para conseguir una puesta en valor de la mujer. Para ello centran muchos esfuerzos, además de denunciar hechos, en elevar a rango de ley sus reivindicaciones: en el mercado y conciliación laboral, en el tema del aborto,... Al igual hacen el colectivo LGTB o el lobby económico-empresarial-financiero.
Todos quieren leyes para influir en el funcionamiento de la sociedad o en la mentalidad de la gente. La Iglesia no debe callar aunque sea un agente social un tanto especial. Pero la labor y la misión de los cristianos están más allá de las leyes que puedan haber en cualquier Estado. No estamos en el s.III ni en el s.X, como tampoco en el s. XVIII. No creo que la Iglesia (Jerarquía, laicado y Religiosos, cada cual según su entender) deba ponerse al mismo nivel que otros agentes sociales. Pero sí entender y hacer juego con las mismas reglas que establecidas para todos que, en España, es la "democracia" (sí, entrecomillada) en una Monarquía parlamentaria (sui generis). En mi opinión, el primer esfuerzo legislativo de los católicos, sin menoscabo del "trabajo de campo", debería ser el cambio de las regles, la regeneración o la refundación del Estado, más que estar pendientes de una palabra en la ley.
Lo segundo, mejorado en esta nota, es el matiz respecto a los "reveses legislativos".
España sigue siendo, por desgracia, una triste excepción, al llegar incluso a considerar el aborto como un "derecho". En este sentido es especialmente grave la responsabilidad de quienes, habiendo incluido entre sus compromisos políticos la promesa de una ley que aminoraba algo la desprotección de la vida humana naciente que existe en la vigente normativa del aborto, han renunciado a seguir adelante con ello en aras de supuestos cálculos políticos.
¿Cuál es el matiz? Sólo menciona la mayor o menos desprotección legislativa de la vida naciente. Dejan totalmente ignorado el efecto de una ley u otra en el número de abortos ni en su tasa, en el aumento o disminución al cambiar la ley, al contrario de lo que han hecho los obispos estrella en sus respectivas cartas.
Y a diferencia con estos obispos, la CEE es menos radical en el cambio de voto. Condena los cálculos políticos pero piden "a las Administraciones públicas un esfuerzo más generoso en políticas eficaces de ayuda a la mujer gestante y a las familias". Algo que, aunque perdida ya toda su credibilidad, anuncia el PP para fin de año.
Por último, su silencio es a cerca de las intoxicaciones peperas con diversas ideologías y de otros temas que no vienen al caso y que, además, ni son novedad ni son a tiempo, llegan muy tarde aunque mejor que nunca. Este silencio merece otras notas y más cartas de obispos a título personal pues para los cristianos son inadmisibles, cargando las tintas sobre la ideología y política liberal, bajo mi punto de vista, y enmendarse del pasado.
En fin, la nota de la Comisión Permanente de la CEE seguramente no sea del agrado de todos pero es un buen complemento, y muy razonable, a las particulares misivas episcopales.
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